sábado, 7 de abril de 2007

Ver una peli

1
Hoy me desperté relativamente temprano para terminar de una vez con la ya atrasada tarea de organizar mi cronograma de películas del festival. Luego de poco más de una hora, descubrí que a las doce en punto del mediodía se proyectaba un filme que había elegido, en el MALBA.

Siendo las diez y media, salgo corriendo prácticamente, sin tomar un baño siquiera.

2
Mi prisa (a perspectiva, exagerada) por llegar temprano no era del todo injustificada.
El día de ayer fui con un considerable tiempo de sobra a una de las sedes del BAFICI, el Abasto de Bs. As., y luego de diez minutos de demora en la fila me encuentro con la antipática vendedora que, una tras otra, me dice que las entradas para los filmes que tenía planeado ver estaban agotadas.

3
Queriendo evitar esta misma situación, salí al MALBA con una innecesaria celeridad.
Finalmente llego antes de las once, aún con la certeza de que no iba a conseguir mi entrada.
Subo las escaleras frontales al trote... me dirigo a las puertas de ingreso... y luego de empujar y después tirar sin resultado de ellas, no diría con violencia pero con más fuerza de la necesaria, se me acerca el guardia, dentro del museo.

4
Al ver mi rostro desencajado por el futil apuro, acalorado, el cabello hecho una mugre, me habla a través de una mínima rendija de las puertas de vidrio: - ¿Qué necesitas? - en un tono neutral, sin la cadencia de la pregunta.
Casi sin aliento, le digo: - eh, se proyecta una película a las doce, ¿no?
- Aha.
Me observa.
- Bueno... ¿y se puede sacar la entrada?
- En media hora.

5
Voy a tomar asiento algo abatido en uno de los bancos, sintiéndome un poco ridículo por la aceleración de la cual me vi preso. Luego empiezo a relajarme, y saco un libro que había atraido mio atención recientemente.
La brisa sopla tranquila... comienzo a ingresar en el relato... y de la nada aparece una abeja bastante regordeta, que empieza a trazar círculos en mi espacio personal. Clavo la mirada en ella, siguiendo cada uno de sus movimientos.

6
Empieza a cerrar mis flancos, y con un brusco giro pasa primero cerca de mi brazo, y luego de mi rodilla.

En un tercer giro se dirige directamente hacia mi rostro, por lo que me veo obligado, casi de reflejo, a realizar un movimiento algo espasmódico, mezcla de repulsión y evasión.

7
La cuestión, por más regordete que fuera este insecto, a lo lejos resulta completamente invisible, por lo que la mayoría de las personas que esperaban afuera también solo llegaron a contemplar mi extraño movimiento de esquive...

8
Luego de tomar asiento en otro lugar, estas palabras ya me estaban dando vueltas en la caberza, por lo que me puse a escribirlas mientras terminaba de hacer tiempo, bajo la misteriosa e insistente mirada de una muchacha de anteojos.

Después fui a ver la peli.

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